Cómo ir de copas con un cliente (y no meter la pata)

No hay nada como sorprender a tus clientes, cuando la situación lo permita, con una velada entretenida en un local adecuado.

Los negocios y los clientes no sólo se consiguen tras largos y arduos encuentros, o en grandes mesas de reuniones. También se pueden lograr en un ambiente mucho más distendido y relajado. Acudir con nuestro cliente a cenar o tomar una copa en un lugar adecuado también es una fórmula válida para romper el hielo y cerrar un trato. Los encuentros fuera de las horas de trabajo son un parte importante del negocio. Son la mejor forma de establecer contactos y hacer que la gente confíe en ti.

Mantener el tipo:

Si hasta ahora no habías caído en la cuenta de esta posibilidad, o no estabas muy seguro de la efectividad de este método, ten en cuenta los siguientes consejos. Te ayudarán a la hora de saber cómo has de comportarte en estos casos o cómo elegir un buen sitio. Seguro que causarás muy buena impresión.

Sembrar para recoger:

Convencer o dar a conocer a un cliente lo conveniente de nuestros productos o servicios nunca está reñido con una reunión fuera de la empresa. Eso sí, nunca es oportuno que lo hagamos nada más habernos presentado, siempre es necesario que previamente haya cierta cordialidad y conocimiento mutuo para no incomodar a nuestros clientes. No le estás vendiendo nada extraño, sólo le muestras que te interesa que se sienta cómodo contigo más allá del acuerdo al que se pueda llegar. Estas citas son la mejor manera de invertir en establecer relaciones antes de que podamos llegar a recoger algo.

El fin justifica los medios:

Este tipo de encuentros son una buena inversión para conseguir hacernos con una buena cartera de clientes. Además, es una manera de demostrarles nuestro saber hacer y el trato especial y directo que tenemos para con ellos. Es una forma de invertir en establecer relaciones antes de que se pueda recoger algo. Son encuentros que, una vez que los hayamos hecho en alguna ocasión, se han de seguir repitiendo periódicamente, con el fin de seguir conociéndonos mutuamente y agrandando el trato.

Un buen ambiente: En todos estos casos, elegiremos el lugar de acuerdo a una serie de premisas. Tendremos en cuenta la edad, los gustos, el cargo de la persona en cuestión, así como el presupuesto del que dispongamos. Pero siempre intentaremos sorprenderle, llevarle a un lugar que no conozca y le cause buena impresión. Lo normal siempre es escoger sitios de moda que promuevan un ambiente positivo y distendido y en los que se pueda departir cómodamente.

No olvidar el protocolo: Es importante no dejarnos llevar por las confianzas excesivas. Aunque sean reuniones más informales, la base sigue siendo el trabajo. Para romper el hielo, suelen comentarse aspectos de la vida privada o laboral, pero manteniendo unos límites. Una pequeña confidencia nuestra puede dar paso a otra pequeña concesión por parte del cliente.

Fuera excesos:

Siempre deberemos evitar las situaciones molestas o los excesos. Beber o hablar en demasía siempre es inapropiado en estos casos, y no sólo por temas relacionados con la confidencialidad profesional. Los excesos tienen el riesgo de promover situaciones inoportunas o incómodas para la relación profesional o de negocios que se ha establecido.

El día después:

Llamar a nuestro cliente el día después siempre es lo correcto, aunque lo mejor es empezar hablando de otros temas y después preguntarle cómo lo pasó o si llegó bien a su destino. En cualquier caso, que no parezca que nos debe la vida por invitarle a salir, ya que son actos habituales y a los que no hay que dar más importancia de la que tienen.

Una vez que ya conoces todas estas premisas, sólo queda elegir el lugar adecuado. A lo largo de estas páginas te facilitamos la labor con algunas de las mejores sugerencias.

El buen anfitrión: Una cita con un cliente fuera de los despachos tiene que estar tan bien preparada como una reunión en una oficina. Si quieres evitar que algo se te vaya de las manos, o no estás acostumbrado a este tipo de
 encuentros apúntate estos consejos:

Una buena elección:

No olvides que el sitio al que lleves a tu cliente será un factor clave. Siempre es aconsejable conocer tres o cuatro lugares en los que sabemos que podemos quedar bien o sorprenderle. Si alguno de estos sitios normalmente está muy concurrido siempre hay que reservar con antelación, para no encontrarnos en una situación embarazosa. Si conocemos estos ambientes, los horarios y el tipo de gente que va, nada se nos escapará de las manos.

Conversaciones variadas:

Aunque los verdaderos negocios se hacen ante de una mesa, cada vez se llevan más este tipo de encuentros. Como previamente se ha logrado captar al cliente y hacer el negocio, este tipo de citas suelen servir para afianzar lazos o
conocer a la 
otra parte. Por eso, es conveniente no centrar el encuentro en temas de trabajo. Se puede hablar de un ‘hobby’ o, en el caso de que nuestro cliente sea de otro país o provincia, hablar de las diferencias geográficas o gastronómicas.

Tantear al cliente:

Cuando la conversación nos lleva a hablar de los negocios, podemos
 comentar cómo es el sector en el que 
nos movamos.
 Citar cuáles son las empresas del sector, las de la competencia, hablar de los nuevos productos que estén saliendo al mercado. El grado de confianza y los temas que se puedan llegar a tratar siempre dependen de cómo sea nuestro interlocutor. Llegado el caso podemos hablar de algo más personal (si estamos casados, dónde vivimos, si hemos viajado con frecuencia…), pero siempre sin ahondar en exceso.

Nada de extremos:

Nuestra imagen y buena reputación no pueden venirse abajo en una cita como estas. Por eso, nunca hay que beber o comer en exceso. Se podrían crear situaciones muy comprometidas e incómodas. Siempre hay que beber con moderación. En el caso de que no te guste el alcohol es aconsejable que, al menos, alternes con una copa ligera. Se puede pedir una copa de vino y después pedir una botella de agua, un zumo o refresco.

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